La Buena Suerte (parte II)
No se pueden elegir las circunstancias en las que uno nace, pero sí se pueden cambiar y crear otras nuevas y sí se puede elegir con qué actitud afrontar esas circunstancias. Generalmente casi todo lo que recibimos es en proporción a lo que entregamos, de modo que si entregamos amabilidad, colaboración y amor, lo lógico es que recibamos lo mismo. Esto también aparece en el libro, la actitud de Sid es siempre amable y colaboradora y la de Nott es exigente y desinteresada.
A veces, aunque nuestra actitud sea la adecuada y creemos las circunstancias apropiadas, parece que seguimos estancados y que no sirve para nada lo que hacemos. Esto es otra forma más de vivir la experiencia de la vida. A veces es cuestión de pequeños detalles tan evidentes que pasan desapercibidos, pero muy imprescindibles. Al final todo se resume al trabajo, la observación y la actitud. En el cuento vemos cómo Sid está en lo más alto del monte, con todo hecho, buscando una respuesta en soledad y una piedra le habla. En la vida real no hablan las piedras, porque todas las respuestas están en nuestro interior.
Muchas veces estamos tan obsesionados con la solución del problema que nos bloqueamos ante lo más evidente. Siempre es un buen ejercicio parar y guardar silencio, es la única manera de escucharse a uno mismo. El conocimiento de uno mismo, genera confianza en uno mismo y ayuda a encontrarse bien con uno mismo y satisfecho con los logros que va obteniendo en la vida. También contribuye a tener una actitud positiva y a seguir luchando por alcanzar las metas fijadas y a crear nuevas metas.