En el camino a la Libertad

Introducción

Todo el mundo llega a un punto en el que se siente desbordado. Esa situación se da porque están más centrados en lo que no pueden hacer que en lo que pueden hacer. La negativa se cierra en torno a la persona y se siente víctima y sufre por ello. Echarle la culpa a otro es lo más fácil, en realidad la culpa es de la persona que va más allá de sus posibilidades, que no sabe valorar lo que tiene o lo deja a un lado para lograr sus objetivos.

Nace la frustración, se toca fondo y a partir de ese momento se buscan respuestas. Este malestar psíquico genera un malestar físico y es entonces cuando se acude al médico. En los tiempos que corren es habitual el encontrarse con un diagnóstico de estrés. ¿Estrés? Cansancio, dolor de cabeza, olvidos, nauseas, mareos, sueño, desorden alimentario, dolores musculares y cervicales, de espalda…

Es entonces cuando buscas la tranquilidad, pastillas, infusiones, música, alguna actividad relajante. Esto supone mayor esfuerzo aún y se empiezan a dejar de hacer algunas cosas para dedicar el tiempo que no tenemos a la relajación. Y surge algo que rompe los esquemas tan establecidos hasta el momento: un orden de prioridades invertido.

Por primera vez el individuo es la prioridad. Hasta entonces lo primero era llegar a tiempo, cumplir en el trabajo y con la familia y los amigos, pagar las deudas, comprar la casa, el coche, unas vacaciones… Nunca había sido su propia prioridad. Esto lo coloca en el centro de su vida y el victimismo aumenta provocando mayor estrés cada vez. Se olvida por completo de sus otras prioridades y empieza a pensar en sí mismo, en su vida.

Este punto es del que surgirán las nuevas ideas, una nueva proyección de objetivos y un nuevo orden de prioridades. También un análisis sobre sí mismo y dónde se perdió. Lo mejor cuando te pierdes es volver al inicio. Si se tiene costumbre de llevar una agenda o diario, es muy recomendable leer desde lo más antiguo que se tenga para recordar quién eres en realidad. Lo mejor es escucharse a uno mismo.

En este estado se tiende a elevar monólogos sobre tu horrible situación, bien con otras personas o bien en silencio. Lo siguiente suele ser la identificación de la situación personal y con todo lo que le rodea y se pasa a un estado de compasión. Lo ideal es buscar apoyo psicológico y en libros de autoayuda. Hay que tener en cuenta que has roto con la vida que llevabas y buscas de nuevo un orden que no encuentras. Estás en un pozo y no paras de cavar y mirar lo lejos que está la luz. Por mucho que leas o te autoanalices, lo que requiere la situación es silencio.

Silencio. No darle más vueltas, sólo silencio, descanso para la mente. Es entonces cuando se empiezan a ver las cosas más claras, cuando se empiezan a comprender las palabras de los libros de autoayuda, del psicólogo, de tu buen amigo y del profesor de Taichi. Ahora que tu mente está clara, es cuando puedes analizarte, conocerte a ti mismo y sacar tus propias conclusiones. Es cuando se entiende que no hay que temer más lo que es desconocido y que la única forma de dejar de temer es a través del conocimiento.

Es cuando te das cuenta de que desde que naces tu prioridad es respirar y que si te falta el aire, estás muerto. Ahora estás preparado para vivir la vida, de la forma que quieres, pero viviendo cada segundo y siendo consciente de ello.

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